Homenaje a un hombre de bien.

Sólo en unas líneas no puedo transmitir las emociones derivadas de escuchar o leer a Federico Mayor Zaragoza. Así que en este hilo rindo un pequeño homenaje a un hombre de bien.

"Mientras nosotros sigamos diciendo que no hay nada que hacer, que hay que conformarse, que las cosas son así y no pueden ser de otra manera, seguiremos así. Intentan convertirnos en espectadores. Ya no somos los autores de nuestra propia vida. Abogo por la evolución, no por la revolución. La diferencia es una “erre”, pero esa erre es maligna. Hay que saber evolucionar para evitar precisamente la revolución."

5 comentarios:

Ignacio Bernabeu dijo...

En mi experiencia hay un silencio peor que el de los silenciados, de los que no hablan porque no pueden o no saben: es el silencio de los silenciosos, de los que callan pudiendo y debiendo hablar.
Andamos distraídos, ocupados en exceso en cosas urgentes y secundarias, y preocupados por noticias que, con frecuencia progresiva, proporcionan una visión incompleta y altisonante, cuando no sesgada, de la realidad. El resultado neto es que somos receptores, espectadores pasivos, resignados a ver “qué pasa”, “qué hacen”…
Es tiempo de acción.
Los ciudadanos deben ser activos y nunca más resignados, sumisos, espectadores pero no actores, que contemplan pasivamente e incluso con indiferencia lo que sucede en su entorno.
Es la “ética del tiempo”. El deber de actuar antes de que, en todo proceso potencialmente irreversible, se alcance una situación (patológica, climática, de comportamiento…) sin marcha atrás.

Ignacio Bernabeu dijo...

Es tiempo de acción, de no ser simples receptores de informaciones frecuentemente sesgadas, sino actores que participen, cada uno en su ámbito, teniendo presente la máxima de Burke:
“Nadie comete mayor error que quien no hace nada porque piensa que sólo podría hacer muy poco”.
Todas las semillas, sin excepción, son necesarias. Todos los granos de arena. Todas las gotas.
"Federico Mayor Zaragoza"

Ignacio Bernabeu dijo...

Es imperativo abordar los grandes desafíos a escala mundial, antes de que su posible solución ya no sea efectiva. ¡Ética del tiempo! La energía, el medio ambiente, la salud… son los retos a los que debemos responder conjuntamente.
Es tiempo de acción, de sustitución de la fuerza por la palabra.
La cultura de paz, como modelo ético y político, puede resolver la creciente bipolaridad actual, la que opone y divide, hasta niveles inhumanos, a los ricos y pobres de la Tierra. Frente a los retrógrados que se refugian en el terror y el dogma, debemos buscar o inventar nuevas fórmulas. Debemos dar un giro total al concepto de democracia: el sujeto principal de la democracia es el ciudadano y no el Estado. Es la gente.
Ha llegado el momento de la gente. Gracias a los medios de comunicación ahora la gente ya puede ocupar el escenario. El ciudadano ya tiene poder.
Porque los ciudadanos ya no nos callamos.
"F. Mayor Zaragoza"

Ignacio Bernabeu dijo...

Ha llegado el momento en que la resignación, la sumisión, ha terminado.
Yo estoy esperanzado, no optimista. El siglo XXI puede ser el del clamor popular. Puede ser el siglo de la gente.
El 95% de las decisiones que tomamos son decisiones de una cultura de fuerza. Eso tiene que cambiar y tiene que ser sustituido por el diálogo, la comprensión y el entendimiento.
Los ciudadanos de hoy tienen que ser conscientes de su inmenso poder. Tenemos los medios para generar un gran clamor popular.
"F. Mayor Zaragoza"

Ignacio Bernabeu dijo...

Tenemos que exigir respuesta de nuestras instituciones ante los grandes problemas del mundo.
Tenemos que educar para la paz, educar para la justicia, educar para la solidaridad.
Tenemos que cumplir lo que dice la Constitución de la UNESCO: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben elevarse los baluartes de la paz”.
La educación nos permite dirigir nuestra vida. Hace que nuestra vida no sea dirigida por nadie. Que nadie nos dicte lo que tenemos que hacer.
Juntos podemos cambiar muchas cosas. Ésta es la gran evidencia de principios de siglo.
Que las generaciones que llegan a un paso de nosotros no nos acusen de silencio cuando tan perentoria es nuestra voz. En pie de paz, infatigables en la resistencia, a favor de la democracia auténtica. Que nunca puedan decirnos: “Esperábamos vuestra voz. Y no llegó”.
"F. M. Zaragoza"